Italia ganó a España y se clasificó para cuartos de final de la Eurocopa porque entendió el partido. No lo jugó, lo entendió. Tomó la iniciativa desde el himno. Una sonoridad que en los últimos acordes rompió en grito de guerra en boca de De Rossi y Buffon. Y las lanzas volaron. Al primer minuto, los de Conte ya habían saltado al asalto con De Sciglio y Florenzi. Fue una Italia intrépida, y quizá el siguiente paso que le acercó a la victoria fuera ese: desconcertar al rival. La anticipación fundamentó gran parte del plan. Una propuesta que desnudó a España, para empezar, en su fase defensiva. La reestructuración hacia atrás no funcionaba y llegaban ataques en igualdad numérica. Una debilidad cuya raíz estaba más adelante. La presión adelantada que quiso hacer España resultó calamitosa. Solo servía para partir al equipo, para separar las líneas y habilitar espacios para que Italia lanzara sus transiciones. Unos iban y otros se quedaban, sin cohesión ni relevos. De Rossi acampó en el medio y se fue merendando el partido.
Todo lo contrario se podía decir de Italia, automatizada brillantemente por Conte. Sin nervios ni precipitación, la selección italiana supo penalizar la descompensación española con un toque seguro y sereno. Las ocasiones solo podían ser italianas. Un cabezazo de Pellé obligó al primer lucimiento de De Gea. También se incorporó Giaccherini, Parolo cabeceó tras un envío de De Sciglio... No salió España del aturdimiento y eso le costó el primer gol. De Gea rechazó como pudo una falta cercana de Éder y mientras que solo Piqué fue al rechace por los españoles, dos italianos buscaron el balón. Tocó Giaccherini y remató Chiellini. El 0-0 era lo mejor para España, pero el 1-0 tampocó iba a traer lamentos. España dudó y nunca lo tuvo claro. Y Pellé provocó y evidenció el desconcierto. Contribuyó a que la salida de balón española fuera deficiente al ser la sombra de Busquets, y en los despliegues italianos siempre recibía sin oposición. Como si los centrales de España tuvieran una orden de alejamiento, Pellé siempre pudo recibir y descargar desahogado. España fallaba. España reincidía. Las malas transiciones defensivas ante Turquía. Las facilidades en el juego directo del rival hacia Necid, contra Chequia. De Gea aún se guardaba un vuelo tras un tiro de Giaccherini que apuntaba a la escuadra. Sí, al descanso el 1-0 era lo mejor de España.
Italia quería la iniciativa y se lo recordó a España cuando Florenzi se incorporó al ataque al comienzo de la segunda mitad. La Italia de Conte se exhibía gracias a una perfecta coordinación de todas sus piezas que provocaban superioridades por todo el campo. Volvió a descargar Pellé un balón y dejó solo al rápido Éder, que no pudo ante De Gea en el uno contra uno. No sería la última gran llegada. Solo el físico le dio una tregua a España. El desgaste italiano se fue notando y España intentó sacar partido con Aduriz ya en el campo. Una buena combinación acabó con un remate desviado del ariete. Ese mismo cansancio italiano ensució su juego desde atrás y España sí pudo robar. Ganó presencia ofensiva, pero aun así nunca destapó el ingenio. Un tiro de Iniesta. Otro de Piqué. En ambos, Buffon como seguro. Conte, ya incontenible, trataba de insuflar oxígeno desde el banquillo.
Del minuto 65 al 80 la posesión ya no se discutía y España tenía el 75%. Pero el juego tenía más urgencia que criterio. Eso pudo bastar, y en un balón colgado Piqué remató a quemarropa. Buffon se lució con una parada abajo. Poco después, Insigne templó bien una contra, abrió para Darmian y Pellé puso la puntilla. Más que frustrada, España acabo impotente. La Italia del volcánico Conte le cambió el paso. Le puso a contrapié y le hizo tropezar.
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