miércoles, 26 de marzo de 2008

Fidelidad

En el fútbol de hoy día que un jugador se comprometa con un club más allá de cuestiones económicas o por la ambición egoísta del jugador es un fenómeno raro. Y más si cabe si no se trata del club en el que te formaste. Ejemplos de compromisos sin fecha de caducidad con los clubes de toda la vida los tenemos en Puyol, Raúl, Scholes y, quizá el caso más representativo, el de Paolo Maldini y el Milan. Pero si eres de fuera y aun así llegas a identificarte con un escudo, unos colores, una historia y una hinchada, la situación se vuelve tan poco habitual como digno de reconocimiento.
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Ese ha sido el caso de Pavel Nedved (Cheb, República Checa, 1972), mediocentro de la Juventus y de la selección checa. El último gesto, el mostrarse partidario de reducir su sueldo para seguir en la Juventus un año más. Su contrato expira en este junio y el retorno de los blanquinegros a la Champions League es algo que no quiere perderse. Esa satisfacción supone para Nedved algo más importante que el dinero.
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Tras destacar en la Lazio, el equipo turinés lo contrató en el 2001. Allí fue donde se consolidó como referente europeo, consiguiendo el Balón de Oro. Se encontraba en la cúspide y en un equipo campeón. Luego, por todos ya sabido, llegó el Moggigate, la retirada de dos Scudettos consecutivos y la condena a la Serie B. Junto con otras piezas claves, como Buffon, Trezeguet o Del Piero, Nedved permaneció en el equipo. La consigna era clara y obligada: devolver a la Juve a donde la historia le situaba. Al primer intento ya habían vuelto a la Serie A y ahora ,estar en la próxima Champions, es el objetivo.
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Nedved podrá sentirse orgulloso de haber vestido la camiseta juventina. Pero los aficionados, con gestos como los del checo, podrán decir con tanto orgullo o más que Pavel Nedved jugó allí. En las buenas y en las malas. En Delle Alpi o en el Comunale. Defendiendo a un equipo que ha pasado a ser quien le paga para ser además su segundo hogar.

martes, 18 de marzo de 2008

La Argentina Olímpica se presenta

Cada vez se acerca más el momento en el que comenzarán los Juegos Olímpicos de Pekín. Sobre la cita deportiva ya estamos escuchando la preocupación que existe entre los deportistas por las condiciones medioambientales que presenta la capital china. Un nivel demasido alto de polución que promete un serial de comentarios en estos próximos meses. Y con el conflicto del Tíbet no han hecho sino acentuarse las voces críticas sobre el gobierno comunista y la voluntad de un boicoteo. Pero aparte de esto, que no dejan de ser cuestiones sensibles e importantes, podemos mirar a los juegos desde el punto de vista deportivo gracias a la información procedente de la lista previa que la selección argentina de fútbol ha dado a conocer, y que es motivo de esta entrada.
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Desde luego, el repaso de los integrantes olímpicos impresiona a la vez que la sitúa entre las favoritas junto a Brasil. O tal vez el máximo candidato. Dan lustre a esta selección Gago, Banega, Mascherano, Demichelis, Riquelme, Higuaín, Agüero, Diego Milito o Messi. Y otros más que hacen de éste un equipo temible. Esta será la oportunidad de alcanzar un triunfo para el fútbol argentino tras la desilusión de la pasada derrota frente a Brasil en la final de la Copa América. Eso sí, la canarinha promete también ponerlo muy duro a sus rivales. Será la oportunidad de los veteranos de convertirse en la guía de los jóvenes, y éstos en darse a conocer ante el gran público. Aunque varios de ellos ya se están encargando de ganarse un nombre de mayor prestigio en sus clubes, como en el caso de Ezequiel Lavezzi en el Napoli.
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Y así, mientras se siguen perfilando los Juegos, China intenta apagar todos los fuegos que tiene. Aunque para ello tenga que incendiar a sus críticos.

martes, 11 de marzo de 2008

La nueva sociedad de Anfield

Desde esta temporada, una nueva relación ha surgido sobre la hierba de Anfiled. Por un lado Gerrard, alma y estandarte del club. Por otro, Fernando Torres, rebautizado como The Kid y que ahora comparte con el capitán un lugar preferente entre la afición. "Es brillante, fantástico. No lo cambiaría por cuaquier otro delantero". Es Steve-G, rendido ante la explosión de Torres en su primer año en la Premier. Bajo estas palabras seguro que va un sentimiento de agradecimiento, el debido por encontrar un socio con el que compartir no sólo las canciones de los supporters, sino también la responsabilidad dentro del campo.
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Se llena así un estado vacío, huérfano desde la salida de Michael Owen al Madrid, otro de los tesoros que tuvo Anfield. Baros, Cissé o Crouch, jugadores mejores o peores según el caso que compartían un denominador común: se encontraban a la sombra del gran Gerrard. Y eso suponía que sobre sus espaldas recayera la mayor parte de las esperanzas por triunfar. Un líder demasiado desasistido, con buenos jugadores a su alrededor, casos de Carragher o Risse, pero que quizá solo podían ser complementos, sin papel propio en el césped.
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Y ahí, llegó Torres, buscando evolucionar y astiado en el Atlético por ser el único que llevase el peso del equipo. Velocidad, contudencia y un olfato más perfilado de cara a gol ya le han hecho una referencia para todos. Desde los clásicos ya retirados hasta su socio de lujo en el campo. "En realidad aún sólo es un chaval dentro del fútbol, y va a ir mejorando cada día. Eso es algo para temer por los defensas con los que se va a enfrentar". Tercer máximo goleador de la Premier, tras Ronaldo y Adebayor y clave en el decisivo partido frente al Marsella en Francia, su nombre ya es subrayado en rojo por los defensas.
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Con un Guiseppe Meazza lleno y expectante de rememorar la remontada ya vivida con Helenio Herrera y Suárez, entre otros, Gerrard y Torres tendrán la responsabilidad, ahora compartida en el campo y en la gradas, de silenciar el estadio tras su paso.