martes, 11 de marzo de 2008

La nueva sociedad de Anfield

Desde esta temporada, una nueva relación ha surgido sobre la hierba de Anfiled. Por un lado Gerrard, alma y estandarte del club. Por otro, Fernando Torres, rebautizado como The Kid y que ahora comparte con el capitán un lugar preferente entre la afición. "Es brillante, fantástico. No lo cambiaría por cuaquier otro delantero". Es Steve-G, rendido ante la explosión de Torres en su primer año en la Premier. Bajo estas palabras seguro que va un sentimiento de agradecimiento, el debido por encontrar un socio con el que compartir no sólo las canciones de los supporters, sino también la responsabilidad dentro del campo.
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Se llena así un estado vacío, huérfano desde la salida de Michael Owen al Madrid, otro de los tesoros que tuvo Anfield. Baros, Cissé o Crouch, jugadores mejores o peores según el caso que compartían un denominador común: se encontraban a la sombra del gran Gerrard. Y eso suponía que sobre sus espaldas recayera la mayor parte de las esperanzas por triunfar. Un líder demasiado desasistido, con buenos jugadores a su alrededor, casos de Carragher o Risse, pero que quizá solo podían ser complementos, sin papel propio en el césped.
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Y ahí, llegó Torres, buscando evolucionar y astiado en el Atlético por ser el único que llevase el peso del equipo. Velocidad, contudencia y un olfato más perfilado de cara a gol ya le han hecho una referencia para todos. Desde los clásicos ya retirados hasta su socio de lujo en el campo. "En realidad aún sólo es un chaval dentro del fútbol, y va a ir mejorando cada día. Eso es algo para temer por los defensas con los que se va a enfrentar". Tercer máximo goleador de la Premier, tras Ronaldo y Adebayor y clave en el decisivo partido frente al Marsella en Francia, su nombre ya es subrayado en rojo por los defensas.
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Con un Guiseppe Meazza lleno y expectante de rememorar la remontada ya vivida con Helenio Herrera y Suárez, entre otros, Gerrard y Torres tendrán la responsabilidad, ahora compartida en el campo y en la gradas, de silenciar el estadio tras su paso.

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