viernes, 20 de abril de 2018

La huella de Wenger que Arsène no borró

Como si los postes tuvieran imanes o como si el campo estuviera inclinado hacia la portería contraria. Eso recuerdo de los primeros partidos que vi del Arsenal, esa fue la fascinación. Era algo especial. También ayudaba la cámara máster, la de la televisión. A tan poca altura estaba, tanto lo aproximaba todo, que parecía que te subías a un travelling para acompañar cada ataque. Como si fueras un copiloto privilegiado. Y como se atacaba mucho la emoción y la diversión era ferial. Eso era Highbury, al menos por la pantalla. Y eso era la obra de Arsene Wenger, que tras 22 años no seguirá en el banquillo ‘gunner’ la próxima temporada.