lunes, 27 de junio de 2016

Conte marca el paso

Italia ganó a España y se clasificó para cuartos de final de la Eurocopa porque entendió el partido. No lo jugó, lo entendió. Tomó la iniciativa desde el himno. Una sonoridad que en los últimos acordes rompió en grito de guerra en boca de De Rossi y Buffon. Y las lanzas volaron. Al primer minuto, los de Conte ya habían saltado al asalto con De Sciglio y Florenzi. Fue una Italia intrépida, y quizá el siguiente paso que le acercó a la victoria fuera ese: desconcertar al rival. La anticipación fundamentó gran parte del plan. Una propuesta que desnudó a España, para empezar, en su fase defensiva. La reestructuración hacia atrás no funcionaba y llegaban ataques en igualdad numérica. Una debilidad cuya raíz estaba más adelante. La presión adelantada que quiso hacer España resultó calamitosa. Solo servía para partir al equipo, para separar las líneas y habilitar espacios para que Italia lanzara sus transiciones. Unos iban y otros se quedaban, sin cohesión ni relevos. De Rossi acampó en el medio y se fue merendando el partido.

Todo lo contrario se podía decir de Italia, automatizada brillantemente por Conte. Sin nervios ni precipitación, la selección italiana supo penalizar la descompensación española con un toque seguro y sereno. Las ocasiones solo podían ser italianas. Un cabezazo de Pellé obligó al primer lucimiento de De Gea. También se incorporó Giaccherini, Parolo cabeceó tras un envío de De Sciglio... No salió España del aturdimiento y eso le costó el primer gol. De Gea rechazó como pudo una falta cercana de Éder y mientras que solo Piqué fue al rechace por los españoles, dos italianos buscaron el balón. Tocó Giaccherini y remató Chiellini. El 0-0 era lo mejor para España, pero el 1-0 tampocó iba a traer lamentos. España dudó y nunca lo tuvo claro. Y Pellé provocó y evidenció el desconcierto. Contribuyó a que la salida de balón española fuera deficiente al ser la sombra de Busquets, y en los despliegues italianos siempre recibía sin oposición. Como si los centrales de España tuvieran una orden de alejamiento, Pellé siempre pudo recibir y descargar desahogado. España fallaba. España reincidía. Las malas transiciones defensivas ante Turquía. Las facilidades en el juego directo del rival hacia Necid, contra Chequia. De Gea aún se guardaba un vuelo tras un tiro de Giaccherini que apuntaba a la escuadra. Sí, al descanso el 1-0 era lo mejor de España.

Italia quería la iniciativa y se lo recordó a España cuando Florenzi se incorporó al ataque al comienzo de la segunda mitad. La Italia de Conte se exhibía gracias a una perfecta coordinación de todas sus piezas que provocaban superioridades por todo el campo. Volvió a descargar Pellé un balón y dejó solo al rápido Éder, que no pudo ante De Gea en el uno contra uno. No sería la última gran llegada. Solo el físico le dio una tregua a España. El desgaste italiano se fue notando y España intentó sacar partido con Aduriz ya en el campo. Una buena combinación acabó con un remate desviado del ariete. Ese mismo cansancio italiano ensució su juego desde atrás y España sí pudo robar. Ganó presencia ofensiva, pero aun así nunca destapó el ingenio. Un tiro de Iniesta. Otro de Piqué. En ambos, Buffon como seguro. Conte, ya incontenible, trataba de insuflar oxígeno desde el banquillo.

Del minuto 65 al 80 la posesión ya no se discutía y España tenía el 75%. Pero el juego tenía más urgencia que criterio. Eso pudo bastar, y en un balón colgado Piqué remató a quemarropa. Buffon se lució con una parada abajo. Poco después, Insigne templó bien una contra, abrió para Darmian y Pellé puso la puntilla. Más que frustrada, España acabo impotente. La Italia del volcánico Conte le cambió el paso. Le puso a contrapié y le hizo tropezar.

viernes, 17 de junio de 2016

Anochece en Croacia

Croacia seguirá mirando a un cielo que se le oscureció de pronto, y ahí aún intenta descifrar qué futuro esconde las estrellas en la noche. Celebraría encontrar, desnortado y perturbado, la estrella polar. Así se siente tras desperdiciar un 2-0, ver a Modric lesionado y, sobre todo, sufrir a unos vándalos que podrían sacar a la selección del torneo. Todo en un partido que estaba bien controlado, tanto con Luka como sin él. En el que con 2-0 estaba más cerca el tercero croata que el primero checo. Y que con 2-1 estaba igualmente más cerca el 3-1 que el empate. Pero llegaron los errores puntuales de los centrales Corluka y Vida, hasta entonces eficaces en su tarea.

Es muy fácil resumir el desenlace del partido así: con Modric el resultado era 2-0 y sin él, 0-2. Qué importante es Modric. Y sí que lo es. Pero no existió causalidad. Croacia defendía y transitaba bien. Amenazaba y no concedía. Cuando pudo nacer la incertidumbre con el 1-2 de Skoda, Croacia respondió con facilidad: reactivación y control. Chequia se había visto obligada a la iniciativa en el segundo tiempo. Su clasificación estaba en juego. Subió líneas, pero sin generar ocasiones. Cuando las cosas se hacen por obligación y no por convicción es más complicado hacerlas bien. Chequia tenía que cambiar su plan. Porque el partido también sirvió para subrayar la naturaleza de ambas selecciones, ya apuntadas en la primera jornada: una Croacia protagonista y una República Checa defensiva.

Perisic, Rakitic (MVP), Modric, Srna... Muchas piezas formaban el buen engranaje croata, que siguió en marcha cuando Luka se marchó. Pero llegó el bochorno desde la grada. Múltiples bengalas, un petardo que explotó junto a un operario... El episodio pudo turbar, o no, a Vida, en la mano más torpe que podemos recordar. Impotentes y avergonzados, a los croatas solo les quedaba tragar con el empate. Se fue un partido, se retiró Luka y se puede escapar la Euro. De pronto se hizo de noche en Croacia.

sábado, 11 de junio de 2016

Payet es irresistible

Payet lo hizo. Y vaya si lo hizo. Le robó el protagonismo a Rumanía. Le borró de los titulares. Desactivó la sorpresa con una asistencia y un gol. Y una ascendencia imprescindible. Fue la respuesta que encontró una Francia con más apuros de los deseados, quizá también más de los previstos. Delante se había plantado una versión muy competitiva de Rumanía. Sí, estaba en la Euro pudiendo presumir de un currículum muy pulcro: fase de clasificación sin derrotas y solo dos goles recibidos. Pero ahora se le venía encima todo un país, una anfitriona obligada a ser más que candidata. A ser favorita. Una reválida de máxima exigencia, que ponía a prueba sus cualidades. Y sacó muy buena nota.

Rumanía fue valiente al comienzo y disciplinada siempre. La Rumanía invicta era capaz de igualar el nivel del rival para seguir mostrando sus atributos. Francia se revolvió al descaro inicial con un tiro al palo, pero los galos se iban a mostrar incapaces de desestabilizar a los rumanos. Era un equipo sin control de la situación, con el peligro latente de algún impulso arrollador. Griezmann y Payet hacían avanzar a una Francia que sin ellos le costaba maniobrar sin caer en la descoordinación y la precipitación. No ayudó Pogba, cuyos adornos solo frenaban a su equipo. Tampoco Giroud, atado en corto y errático.

La segunda parte volvió a ver a una Rumanía envalentonada, y Stancu volvió a rozar el gol con otra pelota puesta por Stanciu. Griezmann y Payet debían volver a sumar por dentro, recibiendo y clarificando el juego. Y el del West Ham acabó iluminándolo todo. Empezó a arrancar, frenar y asistir. Hasta que puso el centro del 1-0. Prontó empató Rumanía, de penalti, porque los rumanos no iban a rendirse tan fácil. Se fue Griezmann y Coman y Martial trataron de dar vuelo por las bandas. Pero el hombre era Payet, con permiso de Kanté. Y Payet, en el 89', lo hizo. Hizo lo que tantas veces ya ha hecho. Decidió con su calidad, favorecido por su reubicación en la mediapunta. Desde ahí soltó un zurdazo a la escuadra de impresión. O de expresión, pues te podía salir de la boca cualquier disparate. Emocionante y emocionado, tuvo la oportunidad de recibir la ovación del repleto Saint-Denis. Payet merecía ese desenlace, aunque no lo merecía Rumanía. En el día en el que Rumanía compitió, Payet fue irresistible.