Ya estamos, ya llegó. Es la víspera del comienzo del Mundial y cuatro selecciones esperan para inaugurarlo. Sudáfrica, la anfitriona que siente la cita como una fiesta pero también como una oportunidad con un plus de responsabilidad por ese rango que posee. México, que de la mano de Aguirre apuesta por la posesión, la elaboración, jugando siempre en campo contrario y cuyo peligro puede ser acumular ocasiones y méritos y carecer de acierto y goles. Uruguay, lejos de ser candidata real pero que mantiene vivo el espíritu y el orgullo charrúa con un Forlán hambriento. Y Francia, ay Francia. Pero sobre todo, ay Domenech.
Han sido días de debate en torno a les bleus. Debate futbolístico afortunadamente, lo cual siempre resulta enriquecedor. El motivo, saber bajo qué sistema y qué jugadores empezaría Francia a defender su status de selección grande. Jugadores que entran y salen de la alineación y con ello, sistemas tácticos que pueden variar. Hasta ahora, Raymond Domenech se había fiado del 4-3-3, una vez superada la Fase de Clasificación, en los tres partidos preparatorios, pero China y su victoria sembró la sombra de la duda y la oportunidad del cambio. Una derrota ésta de Francia perturbadora para una autoconfianza que ya se podía suponer bajo mínimos, con jugadores además que no acaban de convencer, caso de Govou.
En cuanto a los jugadores y las preguntas al respecto, una frase unánime: "El entrenador elige cómo jugar y nosotros debemos adaptarnos a ello". Así lo expresó Alou Diarra ante la opción de emplear un 4-2-3-1, añadiendo que "sin decir que el 4-3-3 sea mejor sí necesitamos un tiempo para adaptarnos a ese posible cambio". Con el Mundial ya encima, es decir, precisamente sin tiempo, parece muy arriesgado cambiar ahora de sistema. Domenech confesó que la opción de variar el sistema era real y admitía una preocupación en torno al 4-3-3: "Con él somos más ofensivos, pero si no lo desarrollamos bien nos puede hacer vulnerables." Parece que al final tras dudas, incertidumbres y reflexiones será la solución más innovadora la que tome un técnico precisamente poco ortodoxo, manteniendo el más reciente 4-3-3. Con ello, la alineación prevista sería la formada por Lloris; Sagna, Gallas, Abidal, Evra; Toulalan, Gourcuff, Malouda; Govou, Anelka y Ribery.
Al final se caerían Henry y Diaby, apuestas de muchos, uno por su ascendencia sobre el grupo y una hoja de servicios que pesaría más que su decadencia, y otro por su buen rendimiento y la consistencia que podría dar formando con Toulalan. Por lo demás, Malouda seguiría de interior en el mediocampo en lugar de extremo, lo cual ha convencido tan poco como la presencia de Govou, cuyas mejores cabalgadas en el Lyon quedan ya lejos. Esta es Francia, con sus virtudes y carencias pero, sobre todo, con sus dudas. Las dudas de la Francia futbolística sobre el seleccionador, las dudas de Domenech sobre cómo desplegar a su equipo. Y, como siempre, será el balón, cuando ruede, quien elimine interrogantes o los multiplique.
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