El Hamburgo empató en casa a goles. Lo que siempre es una mala noticia en una eliminatoria fue un respiro para el equipo de Bruno Labbadia. Esa es la realidad para un Hamburgo que de momento no logra redimirse en la promoción. Más bien, el partido de ida fue un perfecto muestrario de sus defectos. Bien lo disfrutó un gratificante Karlsruhe, que se adelantó pronto y casi encarrila la eliminatoria. Al final no pudo ni aguantar la ventaja, pero no deberían verse afectados por eso. Jugaron suficientemente bien para mantener su confianza intacta.
El partido se abrió pronto gracias a que Hennings quiso mostrar el motivo de sus 17 goles en Liga, los que le hicieron máximo goleador. La maniobra para el 0-1 fue maravillosa, dejando correr la pelota en un perfecto dominio del espacio y ajustando al máximo el remate cruzado. El delantero, canterano del Hamburgo, no dudó en mostrar su alegría y dejó ver al ex del St. Pauli. El gol suele ser un golpe anímico, bueno o malo según si se marca o se encaja. El Hamburgo lo asumió con impacencia. Era la primera parte de la ida y jugaba como si fuera la segunda mitad de la vuelta. La necesidad no le benefició en nada y era incapaz de profundizar por falta de ideas y exceso de imprecisiones. Lasogga, sin opciones colectivas, fabricó la gran ocasión local. Mientras, el Karlsruhe se mantenía tranquilo y fuerte con su 4-4-1-1, defendiéndose con rigor y alargándose con confianza. Hennings tenía presencia, Torres encaraba, Nazarov cuidaba bien la pelota y los laterales se asomaban. En una de esas incorporaciones, de Max, llegó un momento crítico: doble remate al larguero.
El Hamburgo se tambaleaba. El empuje parecía su única respuesta. Marcelo Díaz, eje en el medio, trataba de contagiar su fútbol, darle serenidad, orden y calidad a las posesiones de su equipo. Pero el panorama que le rodeaba hacía que el chileno fuera insuficiente. Nervioso y ansioso, el Hamburgo insistía. Quería empatar sin saber cómo, hasta que un hilo de claridad llegó tras un despiste defensivo del Karlsruhe, que dejó demasiado suelto a un Ilicevic que empató. Un alivio para un equipo angustiado. El 1-1 le deja en desventaja en la eliminatoria, pero aplazó un desastre que igualmente cada vez se ve más cercano. El Hamburgo parece preso de sí mismo desde hace mucho. Y el Karlsruhe se muestra preparado para aprovecharlo.
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