La expectativa en Argentina por el debut de River Plate en la B Nacional seguro que resultaba mayor que para muchos otros partidos del Apertura. Normal ese trato preferencial para un club enorme en una vicisitud singularísima. Finalmente en El Monumental, ante Chacarita, arrancó la nueva etapa llevada por Almeyda desde el banquillo.
Con mucho interés me preparé para el partido, para estar presente en el inicio de esa travesía. Anotados los dos onces, me puse a buscar la retransmisión online. Y con éxito al primer intento. Todavía con varios minutos para comezar, la TV Pública argentina ofrecía el final del Lanús-Independiente. Llegué en el momento preciso para ver, en el tiempo añadido, cómo Pavone marcaba el único tanto del partido para Lanús. Gol y victoria. Justo a la espera del arranque de River en Segunda asomaba como protagonista uno de los miembros del descenso millonario.
Así llegó al fin el inicio del partido, con un cielo lluvioso y un césped caprichoso con los jugadores, mojado hasta el resbalón. Se presentaba River con los regresos de Domínguez y Cavenaghi, más el estreno de los jóvenes Ocampos y Abecasis. Y no tardó el equipo en encontrar ese rasgo común para esta temporada. La pugna. Equipos rivales que aprietan en el medio y atascan tus intenciones. Ante un Chacarita más pausado con la pelota, dándole paseos sobre el campo, River anteponía un ejercicio más vertical con transiciones rápidas. Ahí aparecía Carlos Sánchez, buscando caminos interiores o quedándose en la derecha, con un pie derecho funcionando como un surtidor abierto de centros. Y en uno de ellos, fenomenalmente curvado, Díaz se elevó bien para cabecear mejor. Anotaba River a los seis minutos de su estrenada historia en B Nacional.
De la pelea constante se destacó un inagotable Aguirre. Siempre dispuesto a presionar, a robar, a sumar metros y metros sin preguntar mientras una pelota no sea de su propiedad. Jugar es otra faceta, que en su caso no practica con tanto valor. No importa cuando dispones del Chori Domínguez. Clarividente, atinado y hábil, se bautizó en su regreso con participación y desequilibrio. Rozó el gol y dio asociación a su equipo. Gol es palabra de Cavenaghi, de discreto debut. Otro día irá mejor. Es entonces cuando ya se puede definir una posible estructura de funcionamiento en el equipo. Cuatro nombres para tareas distintas y complementarias. Robo y presión, desborde y atrevimiento, asociación y sutilidad y contundencia y gol. Recuperación, juego, pase y definición.
Buscó respuesta Chacarita, con minutos en el segundo tiempo de mando, pero la presión generalizada sobre el rival llevó a la imprecisión final. River ganó por la mínima, el primer paso de un camino que aún requiere otros treinta y siete. Parecen muchos, y la impaciencia por dejarlos atrás no debe llevar a querer llegar a la meta sin antes atravesar el recorrido.
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