Las victorias alcanzadas en los últimos minutos siempre contienen una sensación especial, provocan una explosión de júbilo que no se produciría si hablaramos de cualquier momento intermedio del partido. Por ello la afición de Anfield se hizo oir más si cabe en la pasada noche, y porque el resultado reflejó claramente lo visto en el campo. Un equipo, el inglés, dispuesto a darle sentido a su juego y otro, el Inter, que demostró tanta torpeza con el balón y como único recurso el de amontonar hombres atrás que parece mentira que sea vigente campeón del Calcio y se diriga sin frenos a por el segundo título.
No se debió esperar mucho para identificar la personalidad de cada bando. Por un lado, el Liverpool salió dispuesto el encarar el partido ante la mirada de sus fieles. El primer paso para ello lo dio Benítez con su apuesta más ofensiva de lo normal. Y es que una línea delantera con Babel, Torres y Kuyt, con la llegada por detrás de Gerrard invita a todo menos a olvidarse de la portería contraría. Algo cuanto menos parecido debería verse desde el bando interista. No todos los equipos pueden disfrutar de la dupla Ibrahimovic-Cruz, una combinación de creatividad y eficacia fuera de toda duda. Pero claro, si hablamos del Inter su destino puede ser el de jugadoes desaprovechados como la pasada noche. Por que no sólo con diez jugadores, si no también con once, fue horrible la actuación de los lombardos. Incapaces de hilvanar jugadas, perdiendo todos los balones que poseían y personificando lo vulgar. Esta racanería de recursos que es la impronta de este Inter tuvo la coartada perfecta en la expulsión de Materazzi. Ahora el balón se volvía algo secundario e innecesario. Que en la segunda mitad la posesión del Liverpool llegara al 73% es definitivo. Incomprensible resulta que en la web de la UEFA Roberto Mancini considere que han jugado bien.
Una de las razones para que el Inter obtenga éxito economizando tanto sus esfuerzos está es su portero titular Julio César. Tras ocupar el lugar del gran Francesco Toldo demuestra que se ha ganado el puesto a base de grandes partidos. Con empate a cero, la estirada al límite de sus dedos evitaron el gol de Torres. Ya con el partido finalizando no pudo evitar los goles que daban a cada equipo lo que merecieron, por los méritos de uno y los deméritos del otro.
El dominio y solidez del Inter en la liga es incuestionable. Pero también lo es la racanería sobre el que se construye. Y eso, por suerte, a veces se penaliza.
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