miércoles, 12 de abril de 2017

Allegri y Dybala hacen lo que quieren

Teníamos el aviso. Sabíamos cómo se estaban comportando Juventus y Barcelona. Los italianos, fiables, son impecables en casa y los catalanes, más inestables que nunca con Luis Enrique, ya han resbalado en grandes escenarios. Ambas cosas se evidenciaron y los de Allegri escribieron el discurso del partido. Lo hicieron desde lo posicional hasta lo estructural, desde la altura del bloque hasta el sistema de juego. Este carácter racional y calculador, alejado del más emotivo del PSG, hace que el 3-0 sea un listón difícil de saltar por el Barcelona en el Camp Nou.

1. Presión alta de salida.  La Juventus salió con determinación y con una agresiva presión alta que hizo sufrir mucho al Barcelona. El 3-4-3 del Barça parecía haber dado soluciones en situaciones así, facilitando la salida del balón. Sin embargo, este esquema no supo saltar esa presión. Es evidente la limitación procedente del mediocentro, con Mascherano y sin Busquets. A los cinco minutos ya vimos a Luis Enrique obligado a dar instrucciones a una zaga que jugaba en largo más por falta de otras opciones que por elección. Con el 1-0, la presión alta local se empezó a alternar con el repliegue.

Presión alta


2. Dybala y 2-0. Protagonista irremediable por sus dos goles. Ya antes de su primer tanto, estaba dejando su impronta en el juego ayudando en la iniciación o asociándose por la derecha con Cuadrado. El argentino se desliza por el campo, genera y es difícil de atar. El Barça no supo hacerlo (Luis Enrique habló de un "posicionamiento nefasto" en el primer tiempo) y Dybala anotó en dos jugadas en las que tuvo el espacio alrededor preciso para mosrar su zurda, tan suave como punzante. Durante toda la jugada del 0-1 el argentino andó suelto, una concesión repetida en el 2-0.

Dybala, libre, segundos antes del 1-0


3. Repliegue. Así gestionó la Juventus su ventaja, en un contexto que demostró dominar con soltura. De hecho, al final del partido solo tuvo el 34% de posesión. Un bloque sólido en el que solo Messi, en un pase para el recuerdo, encontró un poro para dejar a Iniesta mano a mano con Buffon. La organización con ayudas de la Juventus, con dos líneas de cuatro impermeables, era tan consistente que parecía jugar con 15 jugadores. Solo Leo era capaz de equilibrar desde lo individual, al menos un poco, esa superioridad colectiva. El Barça tocaba, pero no era capaz de superar líneas mediante el pase. También el desequilibrio individual estaba limitado por las ayudas defensivas. Solo avanzaba lo que la Juventus le permitía. El gran papel de Alves y Alex Sandro, muy encima de Neymar y Messi, el sacrifico habitual de Mandzukic cuando se siente importante y la labor de Pjanic son notas concretas a destacar.

Repliegue en 4-4-2

Solo Messi descubrió una grieta en el muro juventino

4. Rincón y Barzagli. Si Luis Enrique solo utilizó una sustitución (¿y Alba?), Allegri sí usó los tres cambios. Con los dos últimos echó dos pestillos más a una puerta ya bien cerrada. Así, el equipo pasó del 4-4-2 en fase defensiva (4-2-3-1 en ofensiva) al 4-5-1 para terminar con un 5-4-1.
Juventus en 5-4-1: Buffon; Alves, Barzagli, Bonucci, Chiellini, Alex Sandro; Lemina, Rincón, Khedira, Mandzukic; Higuaín.

La Juventus acabó en 5-4-1

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