De Totti a Gervinho, y entremedias Roma y Fiorentina. La mañana amanecía bella, o al menos así la recordaré. Un partido que invitaba a ser saboreado abría el domingo. En el Olímpico, Roma y Fiorentina se reflejaban como quien se mira al espejo. Con una idea similar del juego, los de Rudi García, únicos invictos aún, sufrían la escapada de la Juventus. Para los de Montella, Europa y la Champions estaban al alcance por las concesiones del Nápoles.
Con Totti de regreso, aunque aún aguardando en el banquillo, Roma y Fiorentina firmaron una mañana sin tregua, exhausta. Con mucho ritmo de ambos, los de Montella se mostraron decididos y los de Rudi, respondones. Sin lugar a la pausa, el gol no fue una sorpresa. Lo gestó Gervinho, el hombre decisivo del día, que, hábil sobre la línea de fondo, asistió para el remate final de Maicon. La Roma de Rudi García tiene entre sus méritos la rehabilitación de futbolistas como estos, de nuevo relucientes. El tanto no cambió nada. Con actitud decidida la Fiorentina buscaba el balón para atacar de inmediato y la Roma, replegada, explotaba las transiciones rápidas calzado en las botas de Gervinho. El partido del costamarfileño fue autoritario, centro del juego de su equipo. En estático amenazó por su habilidad, pero al espacio rompía por velocidad. La posesión viola acabó encontrando el empate, cuando Tomovic penetró al área con vigor y el balón atrás fue a Vargas, que marcó con un durísimo zurdazo.
La segunda mitad mantuvo el talante, pero rebajó el ritmo. Normal. El desgaste hasta entonces fue tremendo. Con más pausa y con la Fiorentina tratando de llevar la iniciativa, la Roma comenzó a despertar a base de fogonazos, cada vez más seguidos. Y cómo no, centralizados en Gervinho. Reversos, controles, recortes y amagos. El Gervinho extraviado del Arsenal se está reencontrando con Rudi García, y hoy más que nunca nos pareció volver con ellos a los días de Lille. En un nuevo desborde asistió a Destro para el 2-1.
La Fiore tocaba para buscar la rendija que no dejaba el repliegue romanista, y la posesion ganaba profundiad con las arrancadas de Cuadrado. La Roma se cerraba y los últimos minutos fueron de sincera e indisimulada resistencia local. Benatia, por ejemplo, no dio tregua al rival, firme atrás y adviertiendo de cabeza en los córners. Con 10, la Roma defendía con todo al igual que la Fiorentina empujaba sin reservas. Los de Rudi aguantaron, siguen invictos y Gervinho firmó la obra de una mañana en Roma. El cuadro de un partido disputado que él dominó.
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