Con la visita del Genoa a San Siro, ayer también se esperaba al bautismo interista de un novel preparador: Andrea Stramaccioni. El que es ya tercer entrenador de Moratti esta campaña tras Gian Piero Gasperini y Claudio Ranieri supone además el quinto en los dos últimos años, añadiendo a Rafa Benítez y Leonardo. Un desfile de técnicos frente a la insatisfacción de ver resquebrajarse al equipo que fue tricampeón con Mourinho. Así, y con una actual trayectoria paupérrima del conjunto, en donde hasta el domingo sumaba tantas victorias como derrotas, 12, llegaba un nuevo reinicio.
De solo 36 años, el romano Stramaccioni expone en su presentación popular su imagen juvenil y elegante y su hacer victorioso. En las horas donde Ranieri decía adiós al equipo, un epílogo que fue escrito con la derrota ante la Juve en el derbi de Italia, el todavía desconocido Andrea llevaba al juvenil del Inter a ganar la Next Gen Series, una aproximación de Champions League Sub-19, frente al Ajax. Era el reverso de un fin de semana poco dichoso.
Con Snejder todavía lesionado y Ricky Álvarez también renqueante, la presentación de Strama partió con un 4-3-3. Con Stankovic de sostén en el eje, Cambiasso y Poli percutían desde los interiores. Más arriba, Zárate y Forlán ocupaban el ataque a lo ancho y Milito aguardaba al remate. Pero la naturaleza de los tres les llevaba al interior y provocaron alternancias. Zárate miraba la portería rival desde la bota zurda, y eso permitía pasillos tanto para Poli como para las arrancadas de Zanetti. Mientras, Forlán y Milito se intercambiaban. Entre ellos llegó el 1-0, cuando el uruguayo centró al cabezazo certero del argentino. Era un Inter de aires limpios, más oxigenado y relajado. Iniciativa en el juego y voluntariedad para el ataque, los jugadores se buscaban y se encontraban. Del Genoa poco que decir. Inconcreto arriba, exceptuando la determinación de Palacio, y permeable atrás, solo se oponía mediante los saques de esquina. Con uno marcó Moretti, aunque Milito y Samuel habían añadido dos goles a los locales.
Tan plácido parecía todo que el desorden se desató sin que se pusiera fin. Desbordante. Si un plano arquitectónico requiere de irrenunciables cimientos para que la obra sea real y tangible, el Inter aclaró en este tramo la falta de esa robustez. Acabó sumido en la locura, en el caos que origina su actual inconsistencia. El Genoa, con dos meses sin victorias, no necesitó de apenas un pequeño aumento de intenciones para apropiarse de la iniciativa. El Inter replegó, y el paso atrás propio y el adelante ajeno hizo ausentarse el vigor del primer tiempo. La sucesión de penaltis en ambas áreas, con rojas incluidas, dejó un entretenimiento con ráfagas de provisionalidad.
La derivación del partido fue tal que lo que surgen son interrogantes e indefiniciones. Si el remolino neroazurro está aún a tiempo de solucionarse, con las miras a Europa y la esperanza de la Champions 2012-13, será algo que habrá que comprobar. De momento, en el primer partido, la naturaleza del equipo sometió a Stramaccioni, salvando al menos la victoria. Ello enlaza muy bien con sus declaraciones posteriores: "El partido lo ganaron los jugadores". El romano experimentó las grietas que sus antecesores no supieron reparar. El siguiente intento le toca a él.
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