No cabe duda que de el comienzo de temporada del Bayern está presentando más inseguridades de las previstas. El equipo, tras rehacerse el año pasado hasta llegar a niveles sobresalientes, se presentaba con pie firme esta temporada. Sin embargo, su bagaje en la Bundesliga dibuja un equipo de paso inseguro, inconstante.
Como si su funcionamiento respondiera a chispazos, a momentos aislados de verdadero poder, el equipo de Louis Van Gaal ha atravesado distintas pruebas. Momentos de debilidad y otros, simplemente, de frustración. El día del debut ante el Wolfsburgo vimos a un equipo seguro de sí mismo en la primera mitad, siguiendo la senda de la temporada precedente. Sin embargo, el cuadro se emborronó en el momento EN que el campeón de hace dos años dio un paso adelante, liderados por Dzeko. Al final, un gol in extremis de Schweinsteiger recuperó un resultado que se había perdido junto a la iniciativa en el juego. Tras ello llegó Kaiserslautern, y aunque el resultado de 2-0 fue doloroso, también fue severo. A pesar de la numerosas llegadas a la puerta rival, en especial en la segunda parte, el Bayern debió penar su falta de acierto, además del minuto de soberbia inspiración que vivió Ilicevic. Los síntomas fueron buenos, la puntería mala.
Luego se vivieron dos empates a cero, ante Bremen y Colonia, en el Allianz Arena. El Bayern seguía sin arrancar en la clasificación. Y llegó el partido de ayer, ante el Hoffenheim. Tal vez fueron los minutos más decepcionantes del equipo. Previsible, lento y sin movilidad, hubo que esperar a la segunda parte para notar una mejoría, la que propició la entrada de Olic, quien durante los primeros 15 minutos del segundo tiempo aportó precisamente aquello de lo que carecía el Bayern. Sin embargo, este efecto renovador se fue apagando hasta que el partido quedo sin dueño. Al final, sin ideas pero con empuje, los bávaros alcanzaron un nuevo triunfo sobre la hora.
Y todo ello se da con Robben fuera del equipo, lesionado. El Bayern marcha estos días a tirones, y Robben habría sido ese jugador capaz de suministrar las descargas adecuadas a los rivales. Recargar el mecano bávaro para que marchara menos tambaleante. Sin él, el equipo va a media luz. Con los chispazos de Müller, cierto, pero chispazos que son importantes pero no siempre suficientes. Sin el holandés y ahora también sin Ribery, al Bayern le toca encender el interruptor.
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